Embrujados, embriagados,
encantados de haberse conocido
cuando "ellos" se miran al espejo
se quieren, no muestran fisuras,
nada les complace más
que regodearse en su propia desvergüenza.
Sus ojos solo ven lo que quieren ver, lo que no molesta,
lo que no duele ni interfiere en su escalada
observan desde arriba,
no les importa la desnudez de la miseria
el hambre de los que claman
el desamparo de los que lloran.